lunes, 12 de septiembre de 2011

Pan y Circo.

Existen millones de versos escondidos tras tus labios,
fieles monemas, fantasmas quizá
de tiempos de hambre que solo a veces,
cuando el tiempo se para y corre la cerveza
se muestran claros y puros
como el vodka casero.
Psicofonías que hablan de guerra
y de visitas furtivas a la prisión
llevando algo que comer y mucho que contar
al marido que te esperaba
tras las rejas.
Mi abuela habla sin tapujos,
de ésa manera que solo pueden hacerlo
las gentes de pueblo,
habla de dolor y soledad,
de una infancia robada
y de un rencor que no matan los años.
De tejer de madrugada
para llevar pan a la mesa,
de darles todo a sus hijas,
escondiendo acaso la tristeza,
vendiendo futuro, sembrando esperanza,
todo aquello que, en fin,
a ella le quitaron.

Son otros los tiempos
y la verdad de los relojes,
otras son las voces que se elevan
y otras las maneras de acallarlas,
más efectivas si cabe que las balas,
pan y circo, ya se sabe.
Sin embargo,
cuando el tiempo se para y corre la cerveza
y las psicofonías afloran
por entre los labios de mi abuela
me levanto y, como un soldado herido,
recojo mi fusil y vuelvo a la batalla
a fin de demostrar que la libertad
no es el extremo de nada.

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