viernes, 12 de agosto de 2011

Las Sirenas

Las sirenas sueñan,
siempre los domingos de resaca,
con necios pescadores
que las amen así, sus conchas,
sus colas.
Buscan también
un director de cine mediocre
y un productor ejecutivo
a fin de mostrar al mundo
que viven, respiran, aman
y son amadas.
Y así pasan los domingos.
El resto de la semana
se encierran en sus atlántidas,
barren el suelo,
beben vino barato.
Sirenas danzan fuman nadan vuelan sueñan
(sobre todo sueñan)
escapan persiguen huyen
cantan dos veces por semana
en esperanto, por si las moscas.
Y los domingos fruncen el ceño
al salir a la superficie,
entrelazan sus resacas con la del mar,
suspiran melancólicas, sueñan.
Sueñan con la tierra firme,
contrato de trabajo temporal,
hipotecas y un marido alcohólico
al que llevar cerveza al sillón.
Y con dos piernas, claro está.
Sirenas que sueñan con vivir como ciudadanos;
ciudadanos que sueñan con tener algo
por lo que merezca la pena soñar.