lunes, 30 de mayo de 2011

Testamento

Lego a mis allegados
mis bienes más queridos:
la sonrisa de una lágrima,
el arte.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Soñarte

El sórdido morbo de la nostalgia.
Olerte, leerte,
soñarte.
Mi torpe venganza contra mi propio yo.
Saberte, notarte,
soñarte.
La reproducción neuronal
de recuerdos que nunca tuve.
Besarte, quererte,
soñarte.
Soñarte.
Como si mis sueños
fueran a complacer todo mi morbo,
como si el éxtasis de la lágrima
arrivara por tímidos recovecos de tu voz,
tu ropa, tu pelo.
El laberinto que recorre ésa lágrima
está bien delimitado, los muros
de mis defensas psicológicas
hacen bien su trabajo,
dos años ha y todo estructuralmente planificado,
el sueño químico, la sonrisa obligada,
la lágrima que no,
la alquimia de la resurrección
reservada para celebridades.
Así pues, será ardua la batalla,
pero ánimo.
Educa bien a tu recuerdo,
tú que eras buena maestra,
enséñale como reptar y trepar
y correr frente a dragones de fuego,
a aprovechar los momentos más debiles
para rescatar, al fin,
a mi lágrima.
Que la catapulte de allí y que él ocupe su lugar
para poder guardarlo por siempre.
Y así llorar, recordarte,
soñarte.
Soñarte,
soñarte,
soñarte.
Tenerte, perderte,
soñarte.

miércoles, 11 de mayo de 2011

La Fiesta de Don Nadie.

Clausuran tus silencios
el último hálito de mi voz,
lo descomponen
y de cada letra zarpan ojos
que centellean a mi alrededor,
fugaces,
felices, caras sin nombre,
espíritus danzantes, y se extingue la hiel
de los estertores del amanecer.
Es hora de volver a casa.
Trece minutos,
mierda.
El andén del Cercanías
sabe a muerte,
es difícil no volverse loco
entre ésta oscuridad
de almás erráticas aprendiendo
segundo a segundo
a desconocerse.

Lo más incómodo de vivir es
no poder evitarlo.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Autodestrucción

Al sangrar, sin nosotros quererlo
se nos ablanda el alma,
y las penas no son tan,
y las lágrimas no son tan,
y nosotros hirientes y heridos sangramos sin más,
brazos y muñecas
y muslos y tobillos con finas rayas rojas
por donde externalizar
lo que nos mata sin nosotros saberlo,
por donde externalizar lo que nos mata,
por donde externalizar.

Cláramente más fáciles de curar.
Gasas, agua oxigenada,
betadine.
Existen mil maneras, mil remedios,
mil unguentos,
pero nada para las heridas del alma.
Pena, lágrima,
extrapolación de sentimientos
que atraviesan tus entrañas y se muestran
visibles en una vitrina que nosotros,
ambivalentes hirientes y heridos,
ocultamos tras vendajes, muñequeras, ropa ancha.
Al cabo de los años, en fin,
cicatrices, penas oxidadas,
momentos, horas.

Autodestrucción,
porque yo lo valgo.