miércoles, 11 de mayo de 2011

La Fiesta de Don Nadie.

Clausuran tus silencios
el último hálito de mi voz,
lo descomponen
y de cada letra zarpan ojos
que centellean a mi alrededor,
fugaces,
felices, caras sin nombre,
espíritus danzantes, y se extingue la hiel
de los estertores del amanecer.
Es hora de volver a casa.
Trece minutos,
mierda.
El andén del Cercanías
sabe a muerte,
es difícil no volverse loco
entre ésta oscuridad
de almás erráticas aprendiendo
segundo a segundo
a desconocerse.

Lo más incómodo de vivir es
no poder evitarlo.

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