jueves, 16 de septiembre de 2010

Disociación.

El reloj suele marcar las siete y media
cuando abro las puertas de la unidad.
Recibo la información
y (me) coordino,
(me) preparo,
(me) vigilo con mimo
que cada cual reciba su dosis,
(me) entrevisto,
(me) evalúo, (me) planifico,
(me) diagnostico,
actúo.
(Me) seco lágrimas y fobias,
(me) refuerzo conductas y filias.
(Me) investigo en cada libro
y en cada cara,
(me) analizo gestos, movimientos y ademanes,
(me) escucho asertivamente,
me alío.
Quizá (me) evite algún suicidio,
quizá (me) reconcilie
o (me) confronte delirios.
(Me) aprendo,
(me) reestructuro,
(me) cuido.
Son las tres, finaliza mi jornada.

En mi vida personal ya estoy muerto.

Bienvenido a mi disociación.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

En mi Habitación.

En mi habitación de hotel no existe el tiempo.

Cojo el móvil y te llamo
y al otro lado no está tu voz
sino mi memoria
y mi psique
rota por tu tacón de aguja,
ecolálicamente te digo "te quiero"
y desde ese otro lado
a mil años de distancia
tu voz (mi memoria y mi psique)
me muerde (n),
y mi mejor defensa se convierte
en mi peor ataque,
y ataco las defensas (las propias),
y con las pestañas remando en góndola
cuelgo el móvil (y a tu voz
y a mi memoria y a mi psique)
y ahora
boli en mano
escribo
desde el último rincón de mi arrogancia
para gritar,
en silencio gritar "estoy vivo",
aunque a mi alrededor
todo
se disfrace de muerte.

sábado, 4 de septiembre de 2010

El Azul de tus Pupilas.

Nadie me prometió
uno solo de tus besos
y sin embargo
aquí me ves,
puerilmente susurrándote al oído
uno más,
sólo uno más,
sálvame
del águila con garras de carbón,
permíteme seguir buscando
entre tu pelo
mi superyó.
Quizá las mariposas no tarden en morir,
me dices,
mientras me derrites azul con tus pupilas.
Quizá, princesa.
Escucho entrecortada tu respiración
que me impera a desdibujarte,
a aprender a desconocerte,
y ahí están,
las mariposas
más vivas que nunca o agonizantes
pero ahí están,
y mientras aumenta mi taquicardia
me comentas que no existen
te quieros ciertos
para aquel que sabe bien
que nada es eterno.
Está bien,
por ésta vez tu ganas,
pero, por favor,
sólo uno más.