lunes, 31 de marzo de 2008

Bienvenidos al Casino de la Soledad.

Llegó el momento de hablar de tus él y de mi ella,
de lo que ciega el Sol cuando llegas a casa a eso de las nueve.
De ti y de mi,
de lo que no se convertirá en un nosotros, de cepillos
de dientes desemparejados.
No eres,
pero conservas tu nombre, aquel con el que
no nos presentaron, aquel con el que
no dormí pero sí soñé.
Y,
aunque no te vea, sé
que me los reservas,
los recuerdos que todavía no tenemos,
la melancolía que aún no nos envuelve,
los diez minutos de un café.
A veces
no todo es fluir, si no jugamos con la suerte
la ruleta se detendrá en el trece rojo, y
todo para la banca.
Bienvenidos al casino de la Soledad.