sábado, 16 de julio de 2016

Verano

Día 24: vuelta.

Voy a escribirte el poema de amor más bonito del mundo.
Voy a escribir puentes
y habrá miles de recuerdos
y de mosquitos
y te reirás
y harás magia.
Voy a escribir
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y de repente
al plasmarlo
será la contraseña que abra
la acorazada más importante que existe.

Voy a escribirte el poema más bonito del mundo
porque serás tú
y yo
de soslayo
y habrá carretera y verano
y piedras bajo nuestras cabezas.

Voy a escribirte el mundo más bonito,
uno que no gire,
que casi ni se inmute a nuestro paso,
un mundo voyeur y exhibicionista,
loco y puro
que plante rosas blancas
cuando estemos tristes.

Voy a escribirte el amor más bonito del mundo,
amor,
lo haré
y será tan largo
que nadie se atreverá
a leerlo
y eso será aún mejor
porque entonces
el poema,
el mundo
y el amor
serán
secretamente
nuestros.

sábado, 9 de julio de 2016

Zubiri

Día 16 bis: ron.

Juro
que he buscado
maneras alternativas
de paliar la ansiedad,
pero ni la risa
ni la música
lo han conseguido y,
como me desenganché
(antes de tiempo,
por lo visto)
a los psicofármacos
y a la autolesión
ya solo me quedan
los grados.
La soledad no se va, claro,
ni la culpa,
ni tú vuelves,
ni de lejos vuelves,
pero la opresión en el pecho,
la taquicardia
y las ganas de morirme
ceden
lo suficiente
como para poder
beber
una copa más.

No te preocupes,
corazón,
puedo ir viviendo
sin vida.

Adhesiones

Día 16: riesgo.

Yo no te pido tanto,
de verdad:
un beso, quizá, un mordisquito
en el labio,
un "te amo",
que vuelvas a mi lado,
que vivamos juntos
un tiempo
o
toda la vida,
sí,
mejor toda la vida,
que seas tú
quien cierre mis ojos
cuando todo acabe
(cuando todo acabe
de verdad),
y la felicidad
eterna y pura
de sabernos uno
para siempre.
Sin altar,
sin hijos,
sin hipoteca.
No te pido tanto,
¿no?

Entretanto
el campo yermo se riega
del terror
de tu huida.

Varsovia

Día 13: desesperanza.

La ciudad amurallada
se hace gigante y,
aunque no sé si estoy
dentro
o fuera
sí sé
que cada vez se complica más
escapar.
No es sencillo
convertir Ciudad del Cabo
en La Habana,
menos aún
con una guerrilla
de un solo hombre
que siempre está
demasiado lejos
del enemigo.

Será mejor
dedicarse a construir parques
y a asfaltar las calles
y a pintarlo todo
de colores vivos
dentro
o fuera
de la ciudad amurallada
y que al menos
las ruinas que queden
luzcan bonitas
dentro
o fuera
de tu vida.

Piratas del Caribe

Día 7: ¿fiesta?

El olor a mar
está,

estás,
nosotros
no
estamos.