miércoles, 4 de mayo de 2011

Autodestrucción

Al sangrar, sin nosotros quererlo
se nos ablanda el alma,
y las penas no son tan,
y las lágrimas no son tan,
y nosotros hirientes y heridos sangramos sin más,
brazos y muñecas
y muslos y tobillos con finas rayas rojas
por donde externalizar
lo que nos mata sin nosotros saberlo,
por donde externalizar lo que nos mata,
por donde externalizar.

Cláramente más fáciles de curar.
Gasas, agua oxigenada,
betadine.
Existen mil maneras, mil remedios,
mil unguentos,
pero nada para las heridas del alma.
Pena, lágrima,
extrapolación de sentimientos
que atraviesan tus entrañas y se muestran
visibles en una vitrina que nosotros,
ambivalentes hirientes y heridos,
ocultamos tras vendajes, muñequeras, ropa ancha.
Al cabo de los años, en fin,
cicatrices, penas oxidadas,
momentos, horas.

Autodestrucción,
porque yo lo valgo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Llevaba mucho tiempo sin meterme por aquí y es todo un gusto leerte, sin duda, me has vuelto a tocar el alma y un poquito más al fondo. Simplemente fantástico...