jueves, 14 de julio de 2011

Rayuela

(A Julio Cortázar, a mi Maga)

Te busqué por todo París, mi hada.
Por las calles más angostas de Montmatre
y también por los grandes bulevares
que rodean al Arco del Triunfo.
Dentro de cada café
y detrás de cada espejo,
esperando encontrar al menos
un resquicio de tu perfecto desorden.
Silbé tu nombre en las plazas
y lo escribí en braille
en los muros del extrarradio.
Pregunté a los clochards
y a los escultores de humo,
pero no hallé
ni tan siquiera tu sombra.
Volví a mi tierra e ingresé voluntario
en la cárcel de mi mente,
donde mi neurosis
hacía las veces de alguacil.
Quién iba a decirnos, Maga,
bendita mentirosa, inocente niña mía,
que iba a encontrarte a mi fuga
viviendo sin querer,
fluyendo como me enseñaste a hacerlo
en esa calle tan de nadie
que empieza donde acaba el polígono
industrial de Fuenlabrada.
Quién iba a decirme que tu ciudad,
ésa de la que hablabas tanto
y que todos acabamos por sentir
como nuestra
no iba a ser sino
una prolongación
de la mía.

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