jueves, 30 de junio de 2011

La Caverna de Platón.

Me miro en el espejo pero no me veo.
Tengo los labios agrietados,
un derrame en el ojo derecho
y poco más.
Las cenizas de tu ausencia
van abriéndose paso
nublando los "te quiero" que un día
te dibujé con carmín.
Me faltas, princesa.

Como un bohemio desfasado
atravieso los montes y los charcos,
descalzo avanzo hasta la caverna de Platón
y yo mismo me encargo
de ponerme las cadenas.
Busco mi sombra
pero sólo encuentro la tuya.

Abandona la ciudad,
ahora que eres libre,
deja que tu espíritu crezca,
llega hasta Nunca Jamás
y cierra tras de ti las puertas.
Dile a Peter Pan
que ya es tarde para mi,
que he crecido
sin querer crecer,
que deje de perseguirme.
Sé feliz, cuidarán de ti
las estrellas y las esquinas.
Por mi parte
seguiré en ésta caverna,
sabedor de que hasta que no me encuentre
no podré parar
de buscarte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una belleza, el propio Platón se sorprendería de que su Mito de la caverna pudiera servir para expresar esta clase de sentimientos, y no solo su teoría.