domingo, 2 de noviembre de 2008

Pompeya.

Y por todo y
por nada.
Y la necesidad
de una mano en mi lengua, de un abrazo en mi nuca,
de un "todo saldrá bien".Y saber
y no poder evitar
estar creando mi propia Pompeya,
y acariciarte de cenizas,
y autólisis, y besarte con labios
de soledad.
Y la urgencia de cambiarlo todo,
de mover de sitio los bares,
las sonrisas forzadas
y los vagabundos de las plazas y
estar al fin contigo.
Y llorar
después de trazar cada una de éstas líneas
y no saber
por qué aún no he salido a buscar
otro whisky.

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