Fue algo fugaz y casi corriente,
por encima de la noche y de los relojes,
me ha mirado.
La plaza era la habitual
y la cerveza estaba fría, la conversación era tenue
y la hora eran todas las horas
y ella me ha sonreído.
Quizá estemos a tiempo de salvarnos.
Quizá nos hundamos
ahora mismo.
Pero ella me ha mirado y me ha sonreido,
y por un segundo las guerras
y las injusticias
y el hambre
no importan
para mí.
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