La memoria es un puzle que no completamos
por miedo a ver el resultado.
Y hay lugares y personas,
como en los puzles.
Y la desesperación lo impregna todo,
como en los puzles.
En ocasiones me encuentro
con alguna pieza suelta
y la analizo, una lágrima
una caricia, el árbol
que presenció mis primeros coqueteos
con el vicio.
Examino su textura y sus aristas,
todo aquello que la hizo única
y digna de mi puzle.
Me recreo en lo fácil que sería
modificar su morfología
para hacerla encajar,
sabedor de que deformar el continente
deformaría el contenido.
Y, como en los puzles,
la agrupo junto con las otras piezas
que me hablan de lo mismo,
el cielo con el cielo,
la hierba con la hierba.
Y así aguardo al momento en el que,
por locura o por imposición,
deba ordenarlas y enmarcarlas
para colgar mi obra
en el muro de lo eterno.
jueves, 10 de mayo de 2012
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1 comentario:
No está nada mal.
Una nueva forma de ver la vida, de entender un puzzle.
Muxus,
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