Nadie me prometió
uno solo de tus besos
y sin embargo
aquí me ves,
puerilmente susurrándote al oído
uno más,
sólo uno más,
sálvame
del águila con garras de carbón,
permíteme seguir buscando
entre tu pelo
mi superyó.
Quizá las mariposas no tarden en morir,
me dices,
mientras me derrites azul con tus pupilas.
Quizá, princesa.
Escucho entrecortada tu respiración
que me impera a desdibujarte,
a aprender a desconocerte,
y ahí están,
las mariposas
más vivas que nunca o agonizantes
pero ahí están,
y mientras aumenta mi taquicardia
me comentas que no existen
te quieros ciertos
para aquel que sabe bien
que nada es eterno.
Está bien,
por ésta vez tu ganas,
pero, por favor,
sólo uno más.
sábado, 4 de septiembre de 2010
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1 comentario:
¡Mentira!
Nunca es solo uno más...
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