Cuando la vida me sea justa
te escribiré mi último poema en un pañuelo de estación.
Por ahora muero en tu garganta
y resucito
cada vez que me nombras en braille
con tu sonrisa náufraga en las playas de mis ojos,
y me aferro como un lobo
al café de media tarde, al cine de los domingos,
¿adivinas?
para no morir de nuevo.
Te escribiré mi último poema en un pañuelo de estación
cuando la vida
deje de ponerme trampas para ratones
con cheddar podrido
y muelles oxidados.
Te escribiré mi mejor libro, te dibujaré de versos.
Por ahora me voy corriendo,
creo que pierdo el metro.
domingo, 10 de mayo de 2009
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